Agosto de 2015. Una vez más, mis
amigos me dejan solo porque no quieren madrugar ni caminar, y yo mismo estoy
tentado de quedarme en el sofá viendo películas, pero el tiempo es tan bueno
que da pena no aprovecharlo.
Me dirijo hacia el Titlis, solo que
me quedaré en el primer lago en vez de ascender hasta la cumbre. Pienso tomar
una ruta diferente a la de la otra vez para ver un total de cuatro lagos.
Ganas me
dan de quedarme a disfrutar del Trübsee, pero me restan otros tres, y no sé
cuánto tiempo me llevará hacer el recorrido. Según Google Maps, unas dos horas,
pero no me fio y no quiero perder el último autobús.
Paso
junto al restaurante Alpstübli y tomo el primer telesilla para subir al Jochpass,
desde donde hay bonitas vistas. Se oyen los cencerros de las vacas, el correr
del agua y el viento. Hay algunos ciclistas de montaña, descendiendo por la
empinada pendiente.
En un charco de agua nadan muchos
renacuajos, bastante crecidos.
Tomo allí
el segundo telesilla, el que me llevará al Engstlensee. Por desgracia, aparecen
las primeras nubes sobre las cumbres y enseguida le ganan la partida al sol,
por lo que a partir de aquí habrá más sombras que luces. Una lástima, porque la
temperatura era suave y las fotos quedan mucho mejor con sol.
El Engstlensee
no es tan bonito como el primer lago, quizás porque le faltan los reflejos de
las montañas, pero tampoco está mal.
Al otro extremo está el Hotel
Engstlenalp, un lugar estupendo para tomar una cerveza tostada con una
salchicha y rosti. Es un poco pronto, pero como tiene buena pinta, me animo a
comer.
Las montañas más altas están
cubiertas de nubes y no se ven bien. Allí, sentado en la terraza, descubro que
hay accesos por carretera hasta esta ruta; concretamente veo un autobús que
viene de Meiringen y que explica por qué hay tanta gente a lo largo del camino.
Restaurantes y hoteles son también frecuentes.
El camino
hacia el Tannensee está indicado, pero hay que estar atento en todos los
cruces. Pregunto un par de veces porque no me gustaría perderme y tener que
deshacer lo andado.
Aunque el
paisaje es bonito, las nubes y la posición del sol no ayudan a que el día
resulte redondo.
Después
de un repecho viene una zona bastante llana que está asfaltada. Hay incluso
trenes turísticos que van y vienen transportando a gente entre el tercer y el cuarto
lagos.
El
tercero tiene un dique que me hace sospechar que no es del todo natural. Las
familias, cargadas de niños, hacen barbacoas, pescan desde la orilla o
simplemente disfrutan del paisaje.
Pregunto
al conductor del tren y me indica que siga la senda en vez de la carretera.
Ambos llevan al Melchsee, pero parece que la senda es más bonita. Camino bajo
un enorme farallón iluminado a ratos por el sol, en donde hay gente practicando
rapel y alpinismo.
La vista
del Melchsee desde arriba es bonita.
Voy
descendiendo hasta la orilla, en busca de la estación Melchsee-Frutt. Vuelvo a
preguntar y subo en un ascensor desde el que las vistas son espectaculares.
Una roca
herida por el paso de un antiguo glaciar,
Un poco
más adelante está el funicular a Stöckalp, donde tomo un autobús directo a
Sarnen. Desde allí, tren a Lucerna y tren a Zug, donde llego a las cinco y
media. Como veis, los suizos madrugan, y conviene no dejarse ir con la hora.